Espléndido desfile de indígenas mayas encabezados por un “hombre pájaro” en un paisaje ascendente con, en perspectiva, las vistas a un lago y a una ciudad del altiplano de Centroamérica. En la parte derecha, una pared blanca ligeramente rosácea a plena luz estructura la composición, en total contraste con la exuberancia de las plumas y la máscara colorida del hombre ascendiendo por el camino a la sombra, desde donde emerge una estatua maya.
Dos mujeres en el centro del lienzo envueltas en sus coloridos trajes tradicionales, con los ojos entornados, demuestran la vitalidad silenciosa de una cultura de la vida que impresionó a la artista durante su viaje en 1973 al país maya en México y en Guatemala.
El título de este lienzo es un homenaje al escritor guatemalteco Miguel Ángel Asturias Rosales, enterrado dos años antes en París en 1974, su segunda patria, fue el promotor del Realismo mágico donde plantas, animales, alteridad, identidad y cultura participan en la unidad del mundo, una postura que no podía dejar indiferente a una artista que tantas veces fue en busca de las civilizaciones humanas.
La nariz aguileña y los ojos con bolsas tan característicos del rostro del escritor se reconocen en los trazos de la máscara indígena de plumas en primer plano.