Este pequeño lienzo presenta en pocas pinceladas muy coloridas a toda una familia guatemalteca sentada con sus trajes frente a dos cestas de frutos rojos.
Los cabellos negros de una mujer vista de espaldas se impone a nuestra mirada en el centro del lienzo con dos magníficas trenzas decoradas con trozos de telas anaranjadas descendiendo por la espalda, sobre un vestido rojo moteado de destellos rosas.
A la derecha, los dos rostros expresionistas de una mujer y una niña nos miran fijamente. A la izquierda, en la sombra, una mujer pintada de frente con la mirada hacia abajo, abraza a su hijo junto a su rostro, ambos envueltos en un chal verde. Al fondo, un hombre con un hermoso sombrero Panamá beige, sostiene a otro niño entre sus brazos, junto a una segunda niña vista de espaldas llevando una gorra.
Un arco luminoso crea una perspectiva curva en el fondo del lienzo delante de la mujer protectora situada en el centro del lienzo, como si fuese un buda mostrando el camino.
La vida cotidiana maya está hecha de colores vivos en un ambiente donde las sombras y las luces no cesan de enfrentarse.
Este mundo de fuerzas pictóricas definidas no podía más que fascinar a una pintora tan apegada a las vibraciones luminosas.