Gran composición de tres hermanos con la música: el mayor, en el centro del lienzo, inclinado frente a un piano situado a la derecha del lienzo, descifra, sentado en un taburete, una partitura colocada en sus rodillas; los dos menores miran de pie en la misma dirección: uno, a la izquierda del trío, sosteniendo un violín y el otro, situado en el eje del teclado, a la derecha, mirando la mano izquierda del pianista colocada sobre las teclas.
Un suelo de damero con cuadros rojos y negros iluminados por una luz frontal participa con la perspectiva del piano dando profundidad a la escena. El boceto de un lienzo al fondo de la escena completa la composición.
Por la distribución en forma de estrella de las manos, por la convergencia de las miradas inclinadas, por la geometría rectilínea del suelo, del piano y de las paredes, la obra enmarca nuestra mirada y solicita nuestra concentración como la de los músicos para escuchar resonar los acordes tocados por el pianista.
Al igual que el teatro y la literatura, el arte de la música nutre la obra de Germaine Lacaze: violín, clarinete, piano aparecen en numerosos lienzos, acuarelas o dibujos y varias composiciones paisajísticas han sido tituladas por la artista en homenaje a Vivaldi, Couperin y Scarlatti.
Pintados en la casa de campo de Villeneuve-le-Comte en el verano de 1973, los modelos son los tres hijos de la prima hermana de la artista, Paulette Le Bitoux, cuyo apellido de nacimiento era Lacaze, de derecha a izquierda, Philippe, Jean y Michel.