Lienzo todo en altura de este camino de Las Landas ligeramente sinuoso adentrándose en el bosque de pinos.
Los troncos dorados de los árboles se elevan hacia un cielo claro y nublado donde podemos adivinar un sol tratando de abrirse paso. El suelo cubierto de helechos y el corte de los pinos tratados con colores cálidos contrastan con las cimas de los árboles de un azul negro.
El bosque de las Landas es una evocación de la infancia bordelesa de la artista. Es la matriz de sus vacaciones familiares en la aldea de Mayne, lugar de nacimiento de su padre, en el pueblo de Salles en Gironda. Omnipresente en las puertas de Burdeos, recorrido durante sus desplazamientos con sus primos en Arcachón, siempre constituyó un lugar natural de paseos que impresionó, por ese mundo deshabitado repleto de árboles hasta la infinidad, a una niña sensible a su entorno.
La pequeña barrera del tren en primer plano retiene simbólicamente la mirada del espectador, y/o del pintor, y/o del niño, atraído por la inmensidad silvestre hacia donde el camino huye.