A la derecha, sobre un suelo nevado, una mujer envolviéndose en un gran abrigo marrón rojizo sujetando un paquete con firmeza, avanza con precaución, con la mirada hacia abajo, sola en la calle. A la izquierda, otra mujer con un abrigo negro con sus hijos, le da la espalda.
Un vendedor de periódicos al fondo de la composición, un hombre anuncio a la derecha y filas de siluetas humanas y de troncos de árboles completan en colores oscuros toda la parte superior del lienzo, como un decorado circular rodeando los personajes del primer plano.
La luz es rasante. Sólo las sombras desproporcionadas de los transeúntes que resaltan sobre la luz viva del suelo, acompañan el paso difícil de la mujer caminando en sentido contrario a todos los demás.
Tratado en bandas verticales, con tres colores dominantes, negro, blanco y marrón rojizo, esta visión conmovedora de la soledad es un lienzo de juventud, pintado en la Escuela de Bellas Artes, donde ya el trato de la luz forma parte de la obra pictórica de la artista.
Incluso con rostros caricaturizados, la emoción está ahí, la de una joven artista de 21 años ante el aislamiento de una anciana, sola y desamparada, en una época donde la crisis económica de 1929 azota a los más frágiles.