Esta gran pintura impresiona primero por el imponente desnudo de cuerpo entero que ocupa la parte izquierda del lienzo, mientras que su parte derecha está ocupada por un gran ramo colocado sobre una mesa donde se exponen las conchas.
Esta pintura perfectamente construida subraya la generosidad de las formas femeninas, de la naturaleza y de los colores. Juliette sonríe, probándose un collar de perlas. Flores y conchas resuenan con el cuerpo femenino.
Venus aparece, y las flores se abren y cantan la vida.
Expuesto en el Salón de Mujeres Pintoras y Escultoras en 1958, la artista apreciaba mostrar esta obra en sus paredes, como un manifiesto de su doctrina pictórica.