Visión de la esquina de una acera de la ciudad mexicana de Oaxaca, rodeada de montañas, con transeúntes, hombres con sombreros blancos y mujeres con trenzas morenas, frente a paredes rosas y azules de casas cúbicas sin pisos ni techumbres con ventanas enrejadas, que dan nombre al lienzo.
El contraste entre la sombra y la luz, especialmente entre los brillos de luz sobre las paredes rosas anaranjadas y las rejas negras de las ventanas oscuras, estructura el lienzo.
Ciudad y ciudadanos indígenas mexicanos constituyen un conjunto colorido y lleno de contrastes, con el que la artista vibró durante su estancia en 1973 en México y en Guatemala.