París, en Casa Dupont, todo está bueno, afuera

Boceto de una escena de café parisino con cuatro hombres y una mujer sentados frente a una copa o un periódico. Los sombreros blandos, los abrigos y el sombrero femenino datan bien la escena de los años 30.

En esta época Germaine Lacaze trabaja con Othon Friesz y sigue los consejos de Lucien Simon: dibujar escenas al natural.

Las caricaturas de los rostros, las posiciones de los bebedores y las actitudes encorvadas expresan la humanidad de las soledades que han venido a encontrarse en este mundo de cafés tan característico de la vida parisina.