Vela en una acera de París, arbolada, vista al atardecer bajo la lluvia, animada por siluetas que se protegen con paraguas morados. El escenario está iluminado por un fuerte pincel central de luz amarilla que emana de la entrada paralelepípeda de un quiosco azul. Otras luces crean una perspectiva en el horizonte.
Con su friso, su cúpula y sus recortes, el quiosco estructura toda la altura derecha del lienzo. Una tela a rayas rojas y amarillas es una contraparte, pero son sobre todo los reflejos húmedos en el pavimento de las luces de la ciudad los que constituyen el tema de la obra.
Las esbeltas siluetas de los transeúntes participan con los troncos de los árboles en la circulación de nuestra mirada de abajo hacia arriba. En el cielo, las ramas desnudas de los árboles pintadas horizontalmente lo hacen caer sobre sombrillas esféricas.
En perpetuo movimiento, pasando de la sombra a la luz, esta visión de una sencilla acera parisina al atardecer bajo la lluvia emana una atmósfera y un bazo de poesía hipnótica.