Hermosa atmósfera pictórica para esta vista aérea de una acera de París bajo la lluvia.
La luminosidad de los reflejos de un escaparate sobre una acera mojada, la unicidad de los cuatro óvalos de los paraguas en un ambiente construido solamente con toques rectangulares, el color rojo del impermeable del niño que hace rebotar nuestra mirada como una bola de flíper (o pinball), son suficientes para resaltar un simple tramo de acera en un milagro luminoso.
Jugando unicamente con las formas y los colores, la artista transforma un trozo de acera parisina de noche lluviosa, en una catedral luminosa donde las “vitrinas vidrieras” iluminan a los “transeúntes fieles” que caminan en silencio sobre la superficie de agua.