Visión nocturna, colorida y oscura, de una tormenta en la bahía de Venecia delante de la fachada del Palacio Ducal, iluminada por un sol poniente sobre el gran canal, y tratada con un rosa luminoso tan apreciado por la artista.
El cielo y el espejo de agua son tratados pictóricamente de forma idéntica mediante amplias pinceladas fijadas horizontalmente, la una junto a la otra.
El mosaico impresionista y la modernidad de los trazos componen una magnífica atmósfera, donde las formas arquitectónicas viven únicamente por la luz recibida.